27.8.11

Troya



Al día siguiente montamos a caballo
para visitar el lugar del combate:

estaba desierto
y las aves de rapiña
cumplían su obra;

sólo algunos carros
cruzaban el campo
lentamente,
cargados de cadáveres,

dirigiéndose a unas zanjas
                   largas
            y profundas

donde desaparecían juntos
                   vencidos
            y vencedores.


(Testimonio de Théodore Lacordaire acerca de
la batalla de La Tablada, 22 de junio de 1829.)

Fin del mundo



En el fondo
de un bar de Constitución
un hombre
sigue sin mirar el pan al lado suyo,
no ha tocado aun la sopa
y lee con paciencia
un libro pesado,
de inconfundible letra grande.

Allí
se encuentra escrito
inexorablemente
el fin del mundo.

Mientras lee
el hombre siente
una mano sobre su hombro;

entonces
escucha la voz,
la inconfundible voz,
pero no se da vuelta:

“No temas, soy yo,
el primero y el último,
el que vive.”

2010.