2.7.15

El peso del mundo


Me pediste
en tu lecho de muerte
apretando mi mano pequeña
entre tus palmas arrugadas
que cuidara de mi madre,
tu hija:
“Ella es frágil”, dijiste,
“no como vos
que sos fuerte
porque naciste sosteniendo el peso del mundo”.

Ahora mis palmas arrugadas
sostienen una mano pequeñita,
la de mi nieta,
y comprendo todo:
la fragilidad
es hereditaria
pero se saltea una generación.

2010.

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