28.6.08

Sahumancia

Un viejo poema del 2006, inspirado en algo sucedido hace muchos años.


No te vi al entrar,
cegado como estaba
por las luces.

Vos
eras la sombra que avanzó
            –¿desde qué lago,
            desde qué lecho?–
para tomarme del brazo.

        La voz te delató.

Algo se abría
            –un resonar metálico,
            un zumbido opaco–
al terminar cada palabra,
en el borde mismo
de la frase.

        ¿Cuántos muros de incienso quemamos
        en puentes de ceniza?

No hay comentarios: