13.11.07

insecti

Mato a cuantas puedo, pero siguen llegando más. Como si revivieran las muertas, o salieran de cada una de ellas tres vivas. Ahora se ensañaron con mi hombro; sólo siento pequeños mordiscos y pinchazos, pero sé que me deshilachan la carne a toda velocidad.

Armado de un Raid, no me atrevo sin embargo a tirar un poco en mi hombro por miedo a envenenarme, pero aplasto de a manotazos o con el matamoscas a las que fugazmente se posan sobre la mesa: si son varias, mejor.

Mi novia las llamó “cotorritas”; a mí me causó gracia que usara el nombre de un pájaro para nombrar a un insecto, por lo demás pequeñito. Después comprendí que se debía al color verdoso, perturbador, que tienen.

Ahora no puedo reírme: estoy demasiado ocupado matando, y ya se me acabó el veneno, que de todas formas no parecía hacerles nada. Creo que ya son inmunes a él, como nosotros somos inmunes a las enfermedades una vez producidos los anticuerpos. Espero que tarden en comprender que el cerebro me es indispensable.

No hay comentarios: